
La Ducati de Gigi Dall’Igna es mucho más que una máquina; es una obra de arte técnica que ha redefinido MotoGP. En un mundo donde las motos se diseñan para ganar, Ducati ha conseguido no solo ser rápida, sino prácticamente imbatible. Bajo la dirección de Dall’Igna, la moto italiana ha alcanzado un nivel de dominio que roza la perfección, y esta temporada, Jorge Martín ha sido el gran beneficiado. A lomos de esta Ducati, Jorge está rozando el título de campeón del mundo de MotoGP.

Sin embargo, el horizonte no es solo de victorias y trofeos para Martín. Aunque el éxito de este año parece tener nombre y apellido, la realidad es que en 2025 abandonará este “jardín de las delicias” para subirse a una Aprilia. Y aquí es donde surge el gran interrogante: ¿qué tan duro será el golpe de realidad al salir de la cumbre técnica y competitiva de Borgo Panigale? Los cambios de una moto a otra nunca son fáciles, pero cuando el cambio es de la mejor a una que no ha demostrado el mismo dominio, la adaptación puede ser brutal.
Ducati ha alcanzado un nivel de control en el que parece que cualquier piloto que se suba a sus motos tiene garantizado un rendimiento de élite, con excepciones como la vista con Morbidelli, el cual tiene un gran padrino en la categoría. Esta moto permite a los pilotos ir al límite con una estabilidad y potencia que son casi imposibles de replicar en otras monturas. No solo se trata de la velocidad, sino de la confianza que genera en cada curva, en cada frenada. Ducati ha convertido MotoGP en su jardín privado, y cualquier piloto que salga de él inevitablemente se enfrentará a una realidad distinta.
Jorge Martín, que este año ha tenido la oportunidad de mostrar su talento en esta máquina perfecta, se enfrentará el próximo año a una Aprilia que, si bien es competitiva, no tiene la solidez de la Ducati de Gigi. Nadie duda de su capacidad, pero la cuestión está en si Aprilia podrá ofrecerle la misma plataforma de éxito que ha tenido en Ducati. A lomos de la máquina italiana, Jorge ha mostrado su mejor versión, pero es posible que al cambiar de moto descubra que este jardín tenía encantos que solo se aprecian cuando ya no están.
Lo mismo sucederá con Enea Bastianini, quien también dejará Ducati para unirse a KTM. Estos pilotos están en la cima de sus carreras y, sin embargo, al abandonar el “jardín de las delicias” de Dall’Igna, se encontrarán en territorios menos idílicos. La historia de MotoGP nos muestra que es más fácil adaptarse a una moto superior que cambiar de la mejor a una menos competitiva. No se trata de dudar del talento de Martín o de Bastianini, sino de la capacidad de Aprilia y KTM para ofrecerles el mismo nivel de excelencia que han encontrado en Ducati.
Dall’Igna ha creado un dominio que no solo es técnico, sino también psicológico. Este “jardín” es un refugio para sus pilotos, un lugar donde saben que tienen la herramienta perfecta para ganar. Salir de este paraíso puede significar un enfrentamiento con la realidad de MotoGP, donde no todas las monturas son igual de generosas.
El jardín de Gigi Dall’Igna no es solo un espacio de victorias; es un espacio donde se respira confianza y donde el rendimiento está casi garantizado. Para Martín y Bastianini, dejar esta comodidad será una prueba no de su talento, sino de su paciencia y capacidad para adaptarse a un entorno menos ideal.